Ante cualquier otro elemento, la productividad ha sido el principal instrumento de medición de trabajo para todo tipo de organización. Basta con acercarnos a leer y estudiar los indicadores de cualquier empleado, cualquier área o cualquier tipo de organización para comprobarlo.
Y es que es así, la productividad siempre se ha reducido al nivel directo, material, objetivo y comprobable para identificarlo. Por otra parte, no hace falta decir que los tiempos cambian, y por lo tanto, el mercado, la industria, los diversos grupos sociales y el trabajo sufren enormes transformaciones.
Pensemos en la complejidad productiva que existe entre los diversos sectores laborales, por poner un ejemplo. El sector primario y secundario (agricultura e industria) concluyen con la producción de una mercancía, y esa mercancía es palpable, la podemos ver y tocar; y más importante aún, se puede comercializar.
Pero en el sector terciario (el de los servicios y el empleo informal) nos encontramos con actividades donde la productividad se puede medir a diferentes niveles. Un restaurante puede producir mercancía (comida y demás insumos), pero al mismo tiempo es evaluado por el servicio mismo, y eso implica tiempos, calidad, trato al cliente etc. También a partir de este punto se juegan otros elementos como puede ser el marketing y las estrategias de venta y demás trabajo de oficina que puede servir como motor de fuerza para que el trabajador realice sus actividades motivado. (Y esto último aplica a cualquier sector laboral) Los guardias de seguridad trabajan en jornadas que superan las 12 horas diarias en gran parte de los casos, y algo tan sencillo como el que reciban su pago a tiempo o no, condicionan el desempeño que estos puedan tener.
Entendemos entonces que la productividad no debe pensarse solamente en términos cuantitativos, pues las vertientes cualitativas del trabajo tendrán un impacto, quizás indirecto, pero de vital importancia para todo tipo de organización.
Y en tiempos actuales, esto se ha vuelto un paradigma que aún requiere de análisis. Al día de hoy 25 de marzo del 2020, sufrimos una crisis sanitaria mundial que ha llevado a algunos privilegiados a recurrir al “home office” o tele trabajo. Esta opción laboral se volvió una necesidad (para algunos), pero no siempre ha sido vista con buenos ojos, y todo en consecuencia del concepto de productividad.
También hemos sido testigos de malas experiencias del home office “Me siento más explotado en mi casa con el trabajo, el cuidado del hogar y de mis hijos, que si estuviera solo en mi oficina”
Este tipo de experiencias son válidas para quienes no ven el tele trabajo como una opción ideal, pero para quienes sí, existen obstáculos, miedos y mitos que contribuyen a que esta opción se niegue. “Se va a distraer, ni trabajan, va a hacer todo menos trabajar, no será igual de PRODUCTIVO”
Y entonces aquí la crítica: La distracción, el descanso, el aburrimiento ¿Son sinónimos de lo NO PRODUCTIVO?
Habría que pensar si este tipo de escenarios y momentos son realmente una total pérdida de tiempo; o si por el contrario, tienen una condición indirecta que pueda llegar a la tan anhelada alta producción material, y al mismo tiempo, a mejorar la calidad de vida de los trabajadores.
Unos de los principales discursos de quienes se dedican al arte, es la apreciación de los momentos en que pueden trabajar su creatividad, y curiosamente estos espacios son en aquellos momentos de tranquilidad, de no hacer nada, de no ser “productivo “y entonces, termina siendo casi paradójico que el clímax de su productividad aparezca en estos momentos que no lo parecen.
Dicho esto, entendemos que en otros sectores de trabajo, la creatividad también es necesaria, sobre todo en el trabajo administrativo y de dirección o gerencia (que son quienes acceden a estas alternativas de trabajo en casa)
Entonces, ¿Preocupa que en plena crisis sanitaria, nuestros empleados pierdan su ritmo de trabajo y por ende su productividad? Habría que preguntarnos con base a qué nos referimos que pierden lo productivo. Como patrones y empleadores, debemos reflexionar las formas de subjetivar el descanso y el tiempo de ocio de nuestros trabajadores, y a su vez, como esto puede ayudar a mejorar su calidad de vida y el desarrollo de la organización.
Sigamos reconstruyendo la interpretación del concepto de productividad, y no dejemos de lado estas variables que apelan a la calidad y contenido de nuestro trabajo.
